Muchas veces hemos decimos que uno de los grandes problemas de Tucumán es un problema de identidad. ¿Qué es Tucumán para nosotros? Alguna vez fue cultura, fue la Universidad, fue el azúcar, fue violencia... A veces se nos escapa, se nos va.
En estos días hemos tenido la posibilidad de sentirnos orgullosos. El Centro de Convenciones en la Sociedad Rural es un esfuerzo conjunto del sector público y privado y es un motivo de orgullo. Esta semana fue fructificado con el Congreso Internacional del Azúcar, que nos permite sentirnos orgullosos de ser anfitriones y también de debatir.
Se discutió si el azúcar es energía, si es alimento, o es ambas. Es una discusión sana.
En paralelo, el Septiembre Musical permitió que una historia de amor como la de la ópera "Turandot" se nos metiera en la sangre. Los tucumanos podemos sentirnos orgullosos de hacer estos emprendimientos cuando estamos unidos.
Pero los tucumanos unidos y orgullosos no es algo que nos pase todos los días. Hemos podido hacerlo e identificarnos con estas cosas: el azúcar, la cultura, el estar unidos.
Claro que dura poco. Porque las fuerzas políticas discuten otras cosas. Acá hay asados discutiendo quién será el próximo presidente subrogante de la Legislatura. Será Regino Amado, será Antonio Ruiz Olivares... Es una discusión de poder.
Tampoco podemos disfrutar cuando el pulso de todos los días se va en el dólar, en las discusiones de dirigentes, en la imposibilidad de una construcción política. Hoy en la avenida 9 de Julio el hambre ha tomado la calle y nos hace saber que los problemas son mucho más grandes de lo que imaginamos. Los riesgos son inmensos y la dirigencia tiene que tomar cartas en el asunto de la manera más urgente.